A la hora de educar a nuestros hijos, ya sea en casa, en la guardería o en el colegio, muchas veces nos surgen dudas. ¿Conoces la diferencia entre la disciplina y la autodisciplina? En este artículo vamos a hablar de los dos términos, para intentar aclarar confusiones.
Disciplinar es imponer o hacer cumplir nuestras normas, así lo define la Real Academia. Si educamos a nuestros hijos disciplinando, esto sólo tendrá efecto mientras la figura de autoridad este presente para hacer cumplir las normas.
En cambio, la autodisciplina nace de la interiorización de las normas. Al comprender y compartir las normas, estas se convierten en una especie de guía que ayuda a los niños a saber qué es lo correcto aún cuando no estamos presentes.
La crianza es el paso de el momento en que lo que tenemos es un bebé y tenemos que hacer todo por él, hasta ir gradualmente soltando el control hasta que el niño vaya ganando autonomía y se vaya haciendo cada vez más cargo de si mismo.
Hay algunas claves para ayudar a conseguir la autodisciplina:
- Ser un buen ejemplo. Si lo que exigimos y lo que hacemos no está en consonancia, nuestros hijos lo captaran. Si somos coherentes con las normas, serviremos de modelo, que es la manera más potente de aprendizaje.
- Intentar expresar las normas en lenguaje positivo. Es mejor decir cómo sí queremos que se hagan las cosas, que cómo no queremos. Los niños recuerdan mejor los ejemplos en positivo.
- Hay que recompensar el cumplimiento de las normas, mostrando apreciación por el esfuerzo del niño. Recompensar no significa dar un regalo, simplemente prestando un poco de atención positiva lograrás que se refuerce en su conducta.
- Para interiorizar normas hay que entenderlas y compartirlas. Por eso tenemos que explicarles bien el porqué de nuestras normas, para que entiendan que su cumplimiento es algo con lo que están de acuerdo.
- Hay que demostrar que confiamos en nuestros hijos y darles responsabilidad y poder de decisión dentro de lo posible según su etapa de desarrollo. Eso les ayudará a convertirse en adultos maduros y responsables.
- Y por último, es importante que si cometemos algún error o nos equivocamos, lo admitamos sin miedo y pidamos disculpas. No hay mejor ejemplo que el nuestro para mostrar a nuestros peques cómo hay que comportarse.